BRIDGES. Julio Rojas. Nueva York. 2009.

lunes, 8 de noviembre de 2010

AMERICAN PSYCHO

AMERICAN PSYCHO
2000
Dirección: Mary Harron
Guión: Mary Harron & Guinevere Turner sobre la novela de Bret Easton Ellis
MúsicaJohn Cale
FotografíaAndrzej Sekula
Reparto: Christian Bale, Willem Dafoe, Jared Leto, Josh Lucas, Samantha Mathis, Matt Ross, Bill Sage, Chloe Sevigny, Cara Seymour, Reese Witherspoon, Justin Theroux, Monika Meier, Guinevere Turner
Premios: 
Localizaciones: Financial District
Hell's Kitchen (Nightclub, 220 12th Avenue - Between West 27th and 28th Street) 
Midtown (NY Yacht Club, 50 Vanderbilt Avenue and East 44th Street)
Género: Intriga, Drama Social
Sinopsis: Patrick Bateman, ejecutivo de Wall Street, es el máximo exponente de los yuppies de los ochenta. Y además, un despiadado asesino de vagabundos, prostitutas, y seres que, según él, no merecen vivir.

Crítica:
"Mi dolor es constante y agudo, y no espero que exista un mundo mejor para nadie"

American Psycho, novela y película, no son dos obras ni fáciles de leer o ver, ni de apreciar. Ambas bordean peligrosamente el limbo de lo morboso y contradictorio, pero en los dos casos, con diez años de diferencia entre una y otra, asistimos a un salto al vacío del autor y la directora hacia una disección y un ataque frontal a la vacuedad de la era Reagan en la próspera norteamérica poblada de yuppies, limusinas, tarjetas de visita, armanis y ray bans.

American Psycho tiene su razón de ser en el contradictorio sentimiento de nihilismo y vacío existencial vivido por un Breat Easton Ellis en pleno apogeo de su consumismo, estrellato e hipertrofia de estupefaccientes. Por ello, su criticable visión del mundo contemporáneo no está exenta de peros, aunque desde luego tampoco de interés.

En el caso que nos ocupa, la interesante y demasiado esporádica Mary Harron supo captar el complejo mecanismo y mensaje de la novela y trasladarlo al formato cinematográfico con elegancia y una perfección técnica admirable. El minimalismo de su puesta en escena encaja vivamente con las mínimas emociones de sus protagonistas. El problema surge en la propia dificultad de American Psycho al ser entendida. Esta historia no es únicamente una crítica a una sociedad y un estilo de vida, ni es un film de serial killer, ni un retrato de un asesino. American Psycho es una paradoja existencialista que usa como base la intrincada mente de un ser más entre tantos, incapaz de asumir el vacío en el que vive, viene y va; e incapaz asimismo de descifrar una solución para su apatía y su superficialidad. Por lo tanto, en el film asistimos a un recorrido autodestructivo a las entrañas de un hombre gris, a las profundidades de una mente no muerta, adormecida por el entorno en el que vive y por su propia adaptación a ese entorno, capaz de ensalzar unos valores que el mismo Patrick Bateman critica sin saber siquiera que son esos mismos los que le llevan a los abismos de la locura.

Es una propuesta difícil y desde luego no agradable de ver (pese a que Mary Harron ejecute su función con una profesionalidad y un pudor encomiables). Pero merece la pena no sólo por el documento histórico que representa (al fin y al cabo, el retrato de los Estados Unidos aquí expuesto parece asumido como cierto), sino también por el trabajo de Christian Bale, probablemente en el mejor trabajo de su carrera, un personaje enfermizo y subconsciente cuya maldad es equiparable a su ignorancia sobre quién es y y qué hacer. La labor del actor, minuto a minuto, es escalofriante (sus dos monólogos), y la perfección absoluta de su composición puede sentirse en cada movimiento, gesto, o palabra que vemos en la pantalla.

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