BRIDGES. Julio Rojas. Nueva York. 2009.

miércoles, 21 de marzo de 2012

TAN FUERTE, TAN CERCA


EXTREMELY LOUD & INCREDIBLY CLOSE
2012
Dirección: Stephen Daldry
Guión: Eric Roth (Novela: Jonathan Safran Foe)
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Chris Menges
RepartoThomas Horn, Tom Hanks, Sandra Bullock, Max Von Sydow, Viola Davis, Jeffrey Wright, John Goodman, Zoe Caldwell, Dennis Hearn, Paul Klementowicz
Premios:  Oscars: 2 nominaciones: Mejor película y actor secundario (Max Von Sydow)
Critics Choice Awards: Mejor intréprete joven (Thomas Horn). 4 nominaciones
Festival de Berlín: Sección oficial de largometrajes (fuera de competición)
Género: Drama Familiar, Aventuras
Localizaciones: Brooklyn (Williamsburg Bridge)
Central Park
Financial District (World Trade Center)
SinopsisOskar Schell, un niño precoz de once años, es inventor, diseñador de joyas, astrofísico y pacifista. Tras la muerte de su padre en los atentados del 11 de septiembre de 2001, Oskar encuentra un misterioso sobre con una llave y se lanza a la búsqueda de la cerradura que esa llave puede abrir.

Crítica:
El Final de la Infancia

Muchos años ocurre que una película inesperada entra en los Oscar y enseguida se le coloca la etiqueta de “Nominación inmerecida”. A partir de ahí parece iniciarse una campaña de desprestigio por no merecerse ese lugar más que otras (Drive o Shame este año). Además, si al frente de la cinta está un director laureado a lo largo de su carrera, de pronto se pone de moda atacarla. Eso ha ocurrido sin lugar a dudas con Tan Fuerte, Tan Cerca.

Porque, ¿es la película tan horripilante como algunos críticos han dicho? Acaso no tiene muchísima más sutileza y profundidad que la anterior aproximación mainstream al 11-S (la penosa World Trade Center)? ¿Es que no cuenta la historia siendo fiel a sus intenciones, a su género, una fábula infantil nada disimulada? Es cierto, Tan Fuerte, Tan Cerca no es una película perfecta, no tiene el poder inspirador de Billy Elliot, o la puntería emocional de Las Horas (la gran obra maestra de Daldry), o la capacidad de fusionar la intimidad de los personajes con el devenir histórico de El Lector; pero aún así, están los destellos de genialidad del artista que hay detrás de la cámara, una historia emotiva, y un gran trabajo por parte de su reparto.

Al contrario de lo que le ocurre a su compañera de cartelera Hugo, donde el verdadero alma de la película reside en sus grandes acontecimientos (vale la pena decir que ambas pueden verse como fábulas sobre el final de la infancia), aquí el verdadero interés y emoción lo aportan los personajes, desaprovechando algo su contexto. Pese a lo elegante y emotivo de cómo está resuelta la gran tragedia de aquel día y la ansiedad de las horas y los días posteriores, su grandeza nunca llega a tocar el corazón de los espectadores, por una historia en la que la mirada es a través de su protagonista, un niño al que no se puede atacar cruelmente, pues además de verse incapaz de superar el dolor de la pérdida, es alguien en el fondo enfermo y solo, con rastros de autismo, superdotado, a la defensiva constante, que busca aquello que sabemos que no puede encontrar, la solución y comprensión por la muerte del padre al que tanto quería. Y es en esa búsqueda donde en algún momento deja atrás no sólo la avasalladora inteligencia que le ha llevado hasta allí, sino también su niñez.

El protagonista, Thomas Horn, a mi me parece extraordinario. Su personaje no es algo fácil de hacer, pero él es capaz de dar matices a la aflicción, de establecer los parámetros de un cerebro excepcional, de ser destructivo, frágil, aventurero... Los demás personajes pivotan en su camino y están definidos con cariño y potencia por un gran reparto, pero es él y su director los que finalmente conmueven si se dejan atrás los prejuicios, los que son capaces de contar una historia que podría haber dado algo más de juego, pero que captura el momento en el que este joven especial deja de vivir en la burbuja de su niñez y pasa a formar parte del incomprensible mundo adulto, por los sucesos que todos recordamos.

jueves, 23 de febrero de 2012

SHAME


SHAME
2012
Dirección: Steve McQueen
Guión: Steve McQueen, Abi Morgan
Música: Harry Escott
Fotografía: Sean Bobbitt
RepartoMichael Fassbender, Carey Mulligan, James Badge Dale, Nicole Beharie, Jake Richard Siciliano, Hannah Ware, Alex Manette, Chris Miskiewicz, Jay Ferraro, Anna Rose Hopkins, Eric Miller
Premios:  Festival de Venecia: Copa Volpi al Mejor actor (Fassbender), Premio FIPRESCI
Premios BAFTA: Nominada a mejor film británico y actor (Fassbender)
Globos de Oro: Nominada a Mejor actor dramático (Fassbender)
Festival de Sevilla: Mejor director, mejor actor (Michael Fassbender) (ex-aequo)
Satellite Awards: 6 nominaciones, incluyendo mejor película y director
Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor película extranjera
British Independent Film Awards: Mejor actor (Fassbender). 6 nominaciones.
Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor actor (Michael Fassbender)
2011: Critics Choice Awards: Nominada a mejor actor (Fassbender) y actriz sec. (Mulligan)
Género: Erótico, Drama Familiar
Localizaciones: Chelsea (28th Street Subway Station; Madison Square Garden)
Midtown (Apartamento, 9 West 31st Street)
Greenwich Village (Pier 54)
SinopsisBrandon (Michael Fassbender) es un treintañero neoyorquino con serios problemas para controlar y disfrutar de su vida sexual. Se pasa el día viendo páginas pornográficas y manteniendo contactos con solteras de Manhattan... 

Crítica:
El Cuerpo y la cárcel del Alma

Shame es la hermana natural de Hunger, y no sólo porque compartan director y protagonista, sino porque, de alguna manera, es una obra correspondiente a aquella, de estilización formal y artística impoluta, pero sobre todo de ideas centrales que sin ser iguales, sí son parejas. Es decir, el infierno vivido por Bobby Sands, prisionero contra su voluntad, pero mártir consciente en su transcurso vital, se transforma aquí en el infierno vivido por Brandon, prisionero en si mismo, inconsciente inicialmente, irremediable, destruido por su propio ser, encerrado en su cuerpo.

Porque Shame (que podría también titularse Hunger), no es una película erótica, que busque escandalizar, ni que quiera que hablen de ella por la cantidad de desnudos que aparecen. El cuerpo, el sexo, le sirve a McQueen para hablar del lugar en donde se encuentra el origen de ese instinto, y a su vez, de las profundidades de dos almas solas, de dos hermanos cuya historia nunca llegamos a conocer, pero que con su breve pieza de vida, conmueve desde el momento en que dejamos atrás el morbo alimentado por tanta gente que habla de esta película, y descubrimos que en realidad lo que su director hace es un visceral e incisivo retrato de dos enfermedades mentales, la obsesión y la depresión, y cómo estos dos monstruos sin forma pueden acabar por destruirnos, por destruir lo que más queremos, y por destruir a lo único que nos quiere.

Porque eso es lo que les pasa a Brandon y a Sissy. La llegada de ella, pidiendo ayuda desde el primer segundo, y en especial en su desoladora interpretación de “New York, New York”, se transforma en el catalizador final de la obsesión de Brandon, incapaz de mantener su alienada rutina, e incapaz de salir de ella ni siquiera cuando lo intenta (en esa conmovedora relación con su compañera de trabajo: una serie de escenas rodadas con la cámara fija y unas palabras desoladoras por su verdad).

Con ese sencillo planteamiento, McQueen filma una nueva obra maestra, apoyada en un único tema instrumental que recoge todas las sensaciones de Brandon; en una cámara cuya plasticidad y encuadre crean así mismo obras maestras de la fotografía; un reparto de secundarios cuyo trabajo, por concreción y honestidad es impagable; y dos protagonistas en estado de gracia.

Porque Carey Mulligan y Michael Fassbender viajan hasta el abismo de Brandon y Sissy, lo sortean, y saltan al vacío. Claramente son dos de los mejores actores del cine actual, pero en Shame, con semejantes personajes (y la dificultad añadida de la planificación en algunas escenas: no sólo les vemos desnudos, también mucho tiempo de espaldas, o con una cámara fijada en sus rostros y en sus cuerpos tanto tiempo seguido que es capaz de atravesarlos) dejan clara su grandeza. Y Fassbender merece una mención especial (por, junto con Drive, la mejor interpretación masculina del año, de muchos años...). Brandon, deslumbra tanto como lo hizo Bobby Sands, por entrega física sin red, por compromiso emocional desolador, por la capacidad de taladrar cualquier corazón sensible con la creación de este hombre al límite, cuya (auto)destrucción es tan dura que en ocasiones resulta difícil mirar (recuerdo su cadavérico rostro en su último polvo de la cinta). Pero mirar, en esta película, es sólo el principio. Detrás de todo lo que vemos hay dos de los mejores retratos humanos, sobre el alma y su enfermedad, que hemos visto en una película, en cualquier película.

martes, 31 de enero de 2012

CELEBRITY


CELEBRITY
1998
Dirección: Woody Allen
Guión: Woody Allen
Música: Varios (Jazz)
Fotografía: Sven Nykvist (B&W)
RepartoKenneth Branagh, Melanie Griffith, Winona Ryder, Leonardo DiCaprio, Judy Davis, Joe Mantegna, Charlize Theron, Famke Janssen, Michael Lerner, Bebe Neuwirth, Hank Azaria, Greg Mottola, J.K. Simmons, Ingrid Rogers
Premios:  Nominada a Mejor Casting por Casting Society of America, USA 
Nominada a Mejor película y Mejor fotografía por Csapnivalo Awards 
Nominada a los Teen Choice Awards (Leonardo DiCaprio)
Género: Comedia
Localizaciones: Tribeca (Franklin Street Subway and West Broadway)
Central Park
Upper East Side (The Cherokee, 517 East 77th Street and York Avenue; 995 5th Avenue and East 81st Street; Elaine's Restaurant, 1703 2nd Avenue and East 88th Street)
Midtown (375 Park Avenue) 
Theater District (Ziegfield Theatre, 141 West 54th Street and 6th Avenue; Barbetta Restaurant - 321 W. 46th Street)
Queens (31st Drive and 12th Street, Long Island City; Queensboro Bridge, East 59th Street)
SinopsisA sus cuarenta años, Lee Simon siente que no le ha sacado suficiente partido a la vida. Escribe artículos sobre viajes y entrevistas con personajes del mundo del espectáculo, pero sueña con publicar una novela o un guión cinematográfico que incrementen su prestigio. El problema es que, tras su divorcio, se mueve en un ambiente demasiado frívolo y superficial. 

Crítica:
Luz de Candilejas

Entre fábulas optimistas como Desmontando a Harry o Granujas de Medio Pelo, Allen realizó en Celebrity, una película sobre las apariencias, que juega así mismo con una apariencia, para ocultar, de manera tan inteligente como sólo este genio sabe hacerlo, otra fábula, pero mucho más oscura (y por tanto cercana a las posteriores Match Point o Cassandra's Dream) sobre el ego, la soledad, el absurdo de los trabajos que no somos capaces de abordar, de la luz de candilejas de varias vidas, y de la del protagonista en particular, que iluminan, adornan y embellecen una existencia en realidad vacía, confusa, y sin ningún sentido de la realización.

Porque el alter ego de Allen aquí, Branagh (que como otros antes y después de él, le clava), tiene todo lo que cualquiera podría desear. Deja a su mujer, inestable, celosa, poco atractiva, con un trabajo que no se acopla para nada a su vida (y que una excepcional actriz, Judy Davis, clava en emoción y en carcajadas); y pasa a vivir en un carrusel que va desde espectaculares top models de fácil orgasmo (nunca Theron estuvo más bella, y más desternillante), a divas de la interpretación de corazón dulce (Griffith, todavía grande); pasando por actores de moda, de dudosa estabilidad mental (un efusivo DiCaprio, demostrando que podía hacer mucho más que Titanic), pero que le proporcionan las noches locas que todos queremos tener, y bohemias angelicales (Ryder, también todavía grande) capaces de devolverle la ilusión de su juventud.

Pero eso es todo, una ilusión, porque sin darse cuenta, el protagonista va quedándose cada vez más solo, sus experiencias con estas personas, aunque le hacen pasearse por las altas esferas del glamour y las celebridades, son ilusiones de amistades que no son reales; relaciones que no se materializan en nada verdaderamente humano, pero que le van apartando de su verdadero ser, del artista que él es. Además, Allen, en una carambola inesperada, alterna esta línea con el renacer vital de la esposa de aquel (Davis), una escalada que ocurre por el sincero sentimiento del amor verdadero, capaz de convertirla en una mujer nueva y sana que además tiene a alguien a su lado.

Decía que Celebrity entraría en el ramo de las películas oscuras de Allen. Y es que no le da una lección a Branagh que éste pueda aplicar, no le redime de sus carencias, y no nos permite verle aprenderlas. Sólo un magistral golpe de efecto justo al final de la película, revela que es consciente, por fin, del vacío de su existencia y de su rematada soledad. Pero su expresión, aterradora (qué grande Branagh en este momento), revela que no sabe ni sabrá salir de ahí, que necesita ayuda, pero, ¿quién se la dará?

Mucha gente no supo apreciar la profundidad de Celebrity. Sólo vieron otra entrega intelectualoide en blanco y negro, que era frívola y hablaba de la frivolidad. Pero además de su poder estético, Celebrity es una joya sin discusión, que está brillantemente rodada y tiene una fuerza humana indiscutible.

SUCEDIÓ EN MANHATTAN


MAID IN MANHATTAN
2002
Dirección: Wayne Wang
Guión:Kevin Wade (Historia: John Hughes)
MúsicaAlan Silvestri
Fotografía: Karl Walter Lindenlaub
RepartoJennifer Lopez, Ralph Fiennes, Tyler Posey, Natasha Richardson, Marissa Matrone, Chris Eigeman, Stanley Tucci, Seth William Meier, Bob Hoskins, Mirjana Jokovic, Amy Redford
Premios:  Nominada a los Premios Razzie: Peor actriz (Jennifer Lopez)
Género: Comedia Romántica
Localizaciones: Bronx (Bronx Community College - University Avenue at West 181 Street)
Central Park (The Mall, South-End Corner) 
Upper East Side (Metropolitan Museum of Art, 1000 5th Avenue and 82nd Street)
Midtown (Beresford Hotel -Waldorf Astoria Hotel-, 301 Park Avenue; Roosevelt Hotel - 45th Street & Madison Avenue)
SinopsisModerna adaptación de "Cenicienta". Marisa Ventura (Jennifer López) es una madre soltera de Nueva York que trabaja como empleada de la limpieza en un lujoso hotel de Manhattan. Christopher Marshall (Ralph Fiennes), un joven y apuesto político candidato a senador, la confunde con una de las huéspedes del hotel.

Crítica:
Para Fiennes y Wang no debió suceder... en ningún sitio

No tiene mucho sentido criticar Sucedió en Manhattan como si estuviese hablando de una película mínimamente seria. No es que me haya llevado una decepción al verla, ya que da exactamente lo que promete, es decir, un amasijo de tópicos, lugares comunes, situaciones recicladas y poco más.

Esta película vale entonces para bien poco, excepto, si acaso, para preguntarse que hacen por ahí un actor tan bueno como Ralph Fiennes, o un director tan interesante como Wayne Wang, capaz de perpetrar joyas como La Caja China y El Club de la Buena Estrella, u obras maestras como Smoke.

Y si bien Ralph Fiennes se salva de la quema, con otros secundarios como Bob Hopkins, Stanley Tucci y Natasha Richardson (con papeles muy por debajo del talento de todos ellos, pero que defienden con la profesionalidad que les caracteriza), el trabajo de Wang sólo podría calificarse de inexistente, pues se reduce a poner la cámara en los mismos lugares que en cualquier comedia estúpida de Kate Hudson, y a incluir en el score la canción pop de turno (en este caso, de Norah Jones, que suena mucho mejor sin “animar” películas tan sositas como esta).

Jennifer Lopez merece un punto y aparte. Pocas actrices (Jennifer Lopez... ¿¿¿???) hay en Hollywood con tan poco talento como ella. Su labor se reduce a salir maquillada como una puerta, sonreír aquí, y hacer algún mohín allá. Lo mejor que puede decirse de ella en esta película es que el papel le viene como anillo al dedo... (no se si me explico), pero ni con esas lo salva.

Pero bueno, Sucedió en Manhattan no ofende a nadie, y por lo menos vuelve a dejar ver Nueva York bonita bonita, entretiene sin ninguna trascendencia y ayuda a ver que puede hacer algún buen actor cuando necesita hacer trabajos tan alimenticios como este.

lunes, 12 de diciembre de 2011

UN DIOS SALVAJE


CARNAGE
2011
Dirección: Roman Polanski
GuiónRoman Polanski, Yasmina Reza (Obra: Yasmina Reza)
MúsicaAlexandre Desplat
FotografíaPawel Edelman
RepartoKate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster, John C. Reilly
Premios:  Festival de Venecia: Sección oficial a concurso
Género: Drama Social, Comedia
LocalizacionesBrooklyn 
SinopsisAdaptación de la obra teatral homónima de la autora francesa Yasmina Reza. Ha sido rodada en Europa, pero la historia se desarrolla en Nueva York. En la obra original, los protagonistas son dos matrimonios que se reúnen, en principio de manera civilizada, para hablar de la reciente pelea que han tenido sus hijos en un parque. Pero el encuentro se complicará hasta límites insospechados. 

Crítica:
Comportamiento Perturbado

Después del corto metraje de Un Dios Salvaje, después de haberme reído sin parar durante sus cortos ochenta minutos, y antes de darme cuenta de que lo que acabamos de ver es en realidad el amargo llanto de una burguesía acomodada e hipócrita, una pregunta llega a mi cabeza: ¿En su vida diaria, las personas que acabo de conocer en esta pantalla, son felices o sólo viven una apariencia de felicidad, barnizada con los buenos modales, los buenos trabajos y las rutinas comunes que llevan?

En esta pregunta se esconde el desolador desierto que revela Un Dios Salvaje: que en una sociedad tan amiga de los amigos como la nuestra, tan global, en la que una sonrisa es lo mínimo que esperarías de un desconocido, y una disculpa de una confrontación; todos estamos solos, somos incapaces de comunicarnos, de entender a los demás y de hacernos entender. Disfrazamos nuestros inevitables rasgos primarios de costumbres aceptadas, de comportamientos correctos, de acciones altruistas y de amor por nuestros hijos, pero en realidad, cuando estamos en una jaula y un problema revela nuestras grietas, somos verdaderos animales, o peor, más cerca de lo patético.

Este tema, que tan magistralmente escribió Yasmina Reza en su obra de teatro, es respetado y engrandecido por un inspiradísimo Polanski, capaz de hacer desear que su autora hubiese escrito más páginas. Es una absoluta maravilla la manera en que el realizador desnuda a sus personajes, tensa la situación, va haciendo del acogedor apartamento, primero, un ring de boxeo, y después, una cárcel moral en la que cada gesto, cualidad y virtud se va “alabeando” para convertirse en algo mucho más obtuso, oscuro, y por desgracia verdadero.

Decir que sus cuatro protagonistas están excepcionales sería decir poco. No solo por una prodigiosa construcción de personajes, en la que cada carácter queda claro desde el primer plano, sino por el tenso y creciente estado interior de cada uno de ellos; y sobre todo por lo fascinante que resulta descubrir sus reacciones en cada momento, tanto que habría que ver la película cuatro veces para fijarse cada vez tan solo en uno de ellos. Su pulso para la comedia es de nuevo la herramienta para desvestir una tragedia: la agonía social universal que sufren cuatro adultos bien educados, pero incapaces de manejar su verdadero yo ante el más mínimo de los incidentes.

LA HABITACIÓN DEL PÁNICO


PANIC ROOM
2002
Dirección: David Fincher
GuiónDavid Koepp
MúsicaHoward Shore
FotografíaConrad W. Hall & Darius Khondji
RepartoJodie Foster, Kristen Stewart, Forest Whitaker, Dwight Yoakam, Jared Leto, Patrick Bauchau, Ian Buchanan
Premios:
Género: Intriga
Localizaciones: Upper West Side (Meg Altman's Brownstone, 38 West 94th Street and Columbus Avenue)
Central Park (The Mall)
SinopsisLa recién separada Meg Altman y su hija Sarah se mudan a una lujosa mansión en Nueva York. Pero cuando tres intrusos invaden brutalmente su hogar, las dos se encierran en "la habitación del antipánico", una cámara oculta construida como refugio, con cuatro muros de hormigón, línea de teléfono independiente, un conjunto de monitores que controlan todos los rincones de la casa y una impenetrable puerta de acero...

Crítica:
El Genio tras la Cámara

Parece que la frase recurrente para valorar La Habitación del Pánico es decir que “es una película menor” dentro de la filmografía de David Fincher. ¿Pero es esta una película que tan solo deba valorarse con esa frase? No, claramente no. Porque pese a no tener la carga filosófica de El Club de la Lucha o incluso Alien 3, la fuerza social de Seven, la emotividad de El Curioso caso de Benjamin Button o la importancia histórica de Zodiac y La Red Social; La Habitación del Pánico es un entretenimiento impresionantemente bien rodado, con una tensión en escena, gracias, claro, a su director, insuperable, y con unas buenas interpretaciones de sus actores (todo ello emparenta a la película con The Game, por cierto).

Lo que ocurre es que el argumento no es en absoluto original, y se basa en tópicos del cine de asaltos que tantas y tan poco diferentes películas se han rodado. Además, los personajes secundarios (es decir, todos menos madre e hija), están basados, quizá intencionadamente, en los prototipos y estereotipos más clásicos de esta clase de películas.

Pero al estar un genio de la técnica detrás de La Habitación del Pánico, la experiencia de visionarla se convierte en algo muy diferente de otras películas similares. La manera en que maneja la acción, los personajes, el escenario y las escenas hace que no haya un solo momento para respirar en los minutos que dura la cinta. Cada elemento (un teléfono, un cable, una pistola, una cámara, una jeringuilla, la propia habitación del título...) se convierte en otro personaje más que hace que la tensión, la claustrofobia, el dramatismo y la emoción de la película sea mucho mayor que lo que se puede extraer de la propia historia o incluso de los personajes.

Por supuesto, la labor de Jodie Foster es extraordinaria y su compleja relación con su hija convierte el asalto en una especie de culminación y reconciliación emocional de esas dos soledades, tan bien plasmadas al principio de la película.

Por eso, sin ser la gran obra que si son otras de las películas de Fincher, La Habitación del Pánico es un entretenimiento que merece la pena, una película diseñada como ejercicio de estilo y gran pieza de la maestría que un gran director puede imprimir en una historia que sin ser original, puede ser interesante, emocionante, y técnicamente perfecta.