BRIDGES. Julio Rojas. Nueva York. 2009.

lunes, 13 de diciembre de 2010

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

A.I. ARTIFICIAL INTELLIGENCE
2001
Dirección: Steven Spielberg
Guión: Steven Spielberg & Ian Watson sobre la Historia de Brian Aldiss
Música: John Williams
Fotografía: Janusz Kaminski
Reparto: Haley Joel Osment, Jude Law, Frances O'Connor, Brendan Gleeson, William Hurt, Jake Thomas, Sam Robards, Robbin Williams, Meryl Streep
Premios: 2 nominaciones al Oscar: Mejor banda sonora original, efectos visuales
3 nominaciones al Globo de Oro: Mejor director, bso, actor secundario (Jude Law)
Nominada BAFTA: Mejores efectos visuales
Premio Future Film Festival Digital en el Festival de Venecia
Género: Ciencia Ficción, Aventuras, Drama Familiar
Localizaciones: Midtown Manhattan (Rockefeller Center; Radio City Music Hall - 1260 Avenue of the Americas con 50th St)
Staten Island (Estatua de la Libertad)
Financial District (World Trade Center)
Sinopsis: En un mundo futuro donde los avances científicos hacen posible la existencia, los humanos comparten todos los aspectos de sus vidas con sofisticados robots denominados Mecas. La emoción es la última y controvertida frontera en la evolución de las máquinas. Pero cuando un avanzado niño robótico llamado David es programado para amar, los humanos no están preparados para las consecuencias. David se encuentra solo en un extraño y peligroso mundo.

Crítica:
Inteligencia (y corazón, espectáculo, profundidad, belleza) no Artificial

Con la llegada del nuevo siglo, Steven Spielberg encadenó la realización de tres obras de ciencia ficción que lo llevaban al género que le hizo más popular. Inteligencia Artificial, Minority Report y La Guerra de los Mundos pueden ser obras discutidas, pero de lo que no cabe la menor duda es de su impecable, rupturista y espectacular resolución técnica; y de su trascendencia en el mejor sentido de la palabra: en las tres, Spielberg maneja los grandes temas de la humanidad (la familia, la búsqueda de amor, la genética, el racismo, la libertad y la falta de ella, la corrupción, el miedo al terrorismo...) en un futuro hipotético, pero presente en el día de hoy.

La primera parte de la trilogía, Inteligencia Artificial, posiblemente la más minusvalorada de todas ellas, es un ejercicio de imaginación fascinante, capaz de trasportar al espectador a un terrible mundo posible. Partiendo de la idea de Kubrick, cuyo recuerdo e influencia planea por toda la película, Spielberg realiza tal vez una de sus obras más personales.

Un niño perdido, solo y desarraigado busca con locura la forma de que su madre lo acepte, pero sobre todo de que le quiera. Él es, evidentemente, la inteligencia artificial del título, una máquina construida para suplir las necesidades afectivas de los humanos, pero que en el proceso se convierte en su más pura esencia: la bondad a la hora de dar, el amor profundo y el deseo final de ser feliz, se convierten para David en la meta de una vida dejada en la cuneta por los caprichos humanos. Así, este Pinocho de un futuro distópico realiza un paseo por el mundo y sus desgracias, por el tiempo y por el propio porvenir de una raza abocada a la desaparición.

La emotividad que posee la historia, y que Spielberg nunca subraya, acompaña en ese viaje a David, a lo largo de una serie de decorados e imaginería visual realmente fascinantes: la feria de la carne, la ciudad de los neones, el futuro Nueva York... todos los lugares están tan bien aprovechados, construidos y diseñados, que la imaginación y el sentido del espectáculo de Spielberg se hace evidente.

Es cierto que la película no es perfecta, y no por ese final que muchos detestan (y que yo creo el único posible y el mejor para la historia que hemos visto), sino porque algunos personajes secundarios entran y salen sin demasiada definición, pero sería un tremendo error negar la belleza, la importancia y la maestría de esta fantástica película que hace de la universalidad su mejor arma: todos queremos pertenecer a una familia, todos buscamos sin cansancio el amor, todos miramos impávidos las injusticias del mundo, y al final, todos queremos volver a casa.

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