BRIDGES. Julio Rojas. Nueva York. 2009.

lunes, 27 de diciembre de 2010

NEW YORK, NEW YORK

NEW YORK, NEW YORK
1977
Dirección: Martin Scorsese
Guión: Earl Mac Rauch & Mardik Martin sobre la Historia de Earl Mac Rauch
Música: Ralph Burns
Fotografía: Laszlo Kovacs
Reparto: Robert De Niro, Liza Minnelli, Lionel Stander, Barry Primus, Georgie Auld, Mary Kay Place, George Memmoli, Dick Miller, Leonard Gaines
Premios:
Género: Drama Romántico, Musical
Localizaciones: Bronx
Brooklyn
Midtown
Sinopsis: Ciudad de Nueva York. Jimmy es un impetuoso y persuasivo saxofonista que quiere pertenecer a una gran banda. Francine es una tímida cantante de bar que sueña con llegar a ser famosa. Cuando se conocen, surge una atracción inmediata, y cuando él toca y ella canta, consiguen hacer temblar hasta los rascacielos de la gran ciudad. Es el comienzo de una tormentosa relación que pondrá a prueba su capacidad para encontrar el equilibrio entre su pasión por el jazz y el amor que los une...

Crítica:
Amor por el Jazz

En una época en la que todos los implicados de New York, New York vivía su mayor momento de gloria (con titulos esenciales en la historia del cine como Taxi Driver, El Cazador, Toro Salvaje, Cabaret), New York, New York es posiblemente una de las películas más controvertidas de todas sus carreras. Scorsese se embarcó con este film en la aventura de hacer un musical clásico de Hollywood aunando su pasión por el género y por el jazz en particular.

New York, New York es pues un ejercicio de estilo, una película cuya razón de ser es alcanzar el look visual y el aroma a clásico de una historia conocida por todos pero cuyas mayores virtudes están en lo técnico y lo metalinguístico. A su vez es la manera de entender los clásicos desde una mente revolucionaria (la de Scorsese), y una carta de amor a un estilo en particular y su influencia en el carácter de sus artistas. Por ello, es fácil disfrutar de New York, New York si uno se encuentra en alguno de estos tres grupos, o conoce sus orígenes e influencia en la cultura popular. En caso contrario, se encontrará ante una película de desarrollo caprichoso, ritmo irregular y visualidad indiscutible.

Al tratarse de una cinta tan personal, Scorsese no trata con New York, New York de hacer un musical al uso. La importancia dada a la visualidad de la historia, a la fastuosidad de los decorados (la mayoría de ellos construidos en estudio), el mimétrico diseño de vestuario, y por supuesto, el sonido y la selección musical, son las claves con las que el director escribe su carta de amor, una película especial y diferente, no apta para toda clase de públicos, con virtudes irreprochables pero también lastrada por el descuido de otros aspectos, que no la convirtieron, a diferencia de aquellas cintas antes citadas, en el clásico que pudo ser.

Las razones por las que un director tan meticuloso como Scorsese no pulió la relación entre sus dos protagonistas son un misterio. Esta relación es dramáticamente el eje de la trama, aunque Scorsese parece querer convertir el jazz en ese eje. Pero de cara a una empatía del espectador, al margen de sus gustos e intereses, la historia emocional de New York, New York, se supedita a la evolución del lazo entre De Niro y Minnelli. Y los implicados de la cinta no parecen preocuparse por ella. Poco sabemos del momento en que el amor hace acto de presencia, de una rutina real entre ambos, de las diferencias irreconciliables, de las consecuencias de los hechos que se nos cuentan en la historia de su relación. Parece como si no se hubiera querido profundizar en ello, lo que daña dramáticamente a la película, convirtiéndola tan solo en un espectaculo visual e intelectual, cuando podría haber sido lo que por ejemplo fue Tal como éramos al cine "de pareja" o Fanny Girl en su vertiente musical.

De Niro y Minelli, como es habitual, están a la altura de su talento. Aunque ese fallo de intenciones no les deje desarrollar unas interpretaciones perfectas, la presencia de verdadera estrella de ambos facilita la construcción de sus personajes, que aunque se han efocado de una pieza (ella, tímida, sumisa; él, celoso, ambicioso) ambos consiguen profundizar allí donde el director o el guión no lo hacen: Minelli, cantando, revela su verdadera naturaleza de talento descomunal y fuerza más allá de las circunstancias; y De Niro, en los fugaces instantes de vulnerabilidad muestra las grietas de un carácter antipático y complicado, las inseguridades del hombre de hierro.

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