BRIDGES. Julio Rojas. Nueva York. 2009.

lunes, 13 de diciembre de 2010

SABRINA Y SUS AMORES

SABRINA
1995
Dirección: Sydney Pollack
Guión: Barbara Benedek & David Rayfiel
Música: John Williams
Fotografía: Giuseppe Rotunno
Reparto: Julia Ormond, Harrison Ford, Greg Kinnear, Nancy Marchand, John Wood, Richard Crenna, Angie Dickinson, Fanny Ardant, Patrick Bruel, Lauren Holly
Premios: 2 nominaciones al Oscar: Mejor banda sonora original comedia o musical, canción
3 nominaciones al Globo de Oro: Película comedia o musical, bso, actor comedia
Género: Comedia Romántica
Localizaciones: Upper East Side (Larrabee Corporation Offices, Park Av and East 54th St)
Sinopsis: Sabrina Fairchild es la hija del chofer de los Larrabee, una rica familia de Long Island. Desde que era niña se sentía fascinada por los hermanos Larrabee, especialmente por David. Pasan los años y, gracias a los ahorros de su padre, Sabrina marcha a París, donde vive una temporada maravillosa que le ayuda a madurar. Cuando regresa a su país, se ha convertido en una bella y sofisticada joven que deslumbra a David hasta tal punto que está dispuesto a romper su compromiso matrimonial con una millonaria. Pero Linus, el hermano mayor, ha cerrado un trato comercial con el padre de la prometida de David y no está dispuesto a consentir que nadie interfiera en sus negocios.

Crítica:
Sabrina se cultiva en París y vuelve con Pamela

Al contrario de lo que comentaba hace unos días a propósito de Tienes un e-m@il, Sabrina es todo lo que un remake no debería ser.

En la película con Meg Ryan y Tom Hanks, se homenajeaba a una pequeña y no muy conocida comedia de los años cuarenta; mientras que aquí se trata de revivir un auténtico mito de la comedia americana. En aquella, los usos sociales, las costumbres, el carácter, el cortejo... se adaptaba a el momento histórico en que se encuadraba la película (finales del siglo XX), mientras que en Sabrina se mantienen todos ellos, como si nada en el mundo hubiera cambiado desde mediados de los años 50 a mediados de los años 90.

No cuela que una jovencita de hoy en día, pese a ser la hija del chófer, vaya vestida como una minera en una casa en los Hamptons. No cuela que esa jovencita se cultive en un viaje a París (teniendo a la ciudad más vanguardista y completa del mundo -Nueva York- a pocos quilómetros). Nadie viaja en avión con pamela... Estos son sólo pequeños detalles de una película repleta de gazapos, que podría haber sido fantástica pero sólo es entretenidilla.

Sus actores cumplen de lo más aburridos, como su director, sabiendo todos ellos que podrían haber hecho algo mucho más emocionante, entretenido y sobre todo, creíble.

Las clases sociales siguen existiendo, la ambición también. Todavía queda algo de elegancia. Algunas familias siguen formando núcleos cerrados y tradicionales. Por eso es una pena que las mentes pensantes de esta Sabrina de los años 90 no pensaran un poquito más, en vez de calcar con tiralíneas la versión de Wilder.

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