BRIDGES. Julio Rojas. Nueva York. 2009.

sábado, 29 de enero de 2011

SHORTBUS

SHORTBUS
2006
Dirección: John Cameron Mitchell
Guión: John Cameron Mitchell
Música: Yo La Tengo (Canciones: Scott Matthew)
Fotografía: Frank G. DeMarco
Reparto: Justin Bond, Lindsay Beamish, PJ Deboy, Raphael Barker, Jay Brannan, Peter Stickles, Sook-Yin Lee, Paul Dawson
Premios: Idependent Spirit Award
Género: Drama Social
Localizaciones: Brooklyn
Sinopsis: Historia con sexo explícito en el que varios personajes neoyorquinos navegan por los vericuetos tragicómicos del sexo y del amor dentro y fuera de un club polisexual underground de última generación llamado "Shortbus". Sofia es una terapeuta sexual que nunca ha tenido un orgasmo. Lleva años fingiendo con Rob, su marido. Conoce a Severin, una dominadora, que decide intentar ayudarla. Entre los clientes de Sofia están James y Jamie, que empiezan a abrir su relación sexual hacia el exterior. James sugiere que los dos se lo monten con Ceth, pero Jamie se muestra reticente. Parece tener otros planes, tal como descubre Caleb, el hombre que los observa...

Crítica:
Emociones de probeta

Tras su celebrada Hedwig and the Angry Inch, John Cameron Mitchell filma una nueva e interesante propuesta con el mismo afán trasgresor y provocador que aquella. Y de nuevo lo logra. Otra cosa es que el resultado sea un ejemplo de cine con mayúsculas o de análisis antropológico, aspiraciones sin duda ansiadas por su cineasta pero finalmente no conseguidas.

Desde luego que Shortbus es una obra valiente. Y rompedora, y original. Pero en la propuesta, consciente o inconscientemente, su director tiende más a lo que se ve que a lo que no. Estamos lejos de la pornografía, pero para que en el cine el público pueda identificarse con los personajes deben desnudar algo más que sus cuerpos, deben desnudar sus almas.

En el filme los actores (de lo mejor de la función) asumen el riesgo de ser los instrumentos de la historia y se esfuerzan por ser creíbles y enseñar esas almas de una serie de humanos que por culpa de un guión con poco foco son más esbozos que dibujos completos. Vemos pequeños matices y mucha carne pero estamos aún lejos de ver relaciones verosímiles o composiciones completas de unos caracteres que podrían haber dado mucho jugo.

Porque la historia de Cameron Mitchell es desde luego atractiva, pero se pierde en el sensacionalismo y la estética dejando a un lado las emociones, que afloran sólo de cuando en cuando (y casualmente con el mismo personaje: el del ex – chapero), lo cual es debido a un guión por debajo de las posibilidades de la historia, un quiero y no puedo que a menudo olvida una progresión lógica de las relaciones, algo que pese a la propuesta y el perfil rompedor de su director, debería ser esencial para una película que aspira a ser un fresco de las emociones de hoy en día.

Una propuesta interesante e incluso imprescindible por lo insólito de la misma, pero fallida en esencia.

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