BRIDGES. Julio Rojas. Nueva York. 2009.

martes, 25 de enero de 2011

UNO DE LOS NUESTROS

GOODFELLAS
1990
Dirección: Martin Scorsese
Guión: Nicholas Pileggi & Martin Scorsese sobre la Novela de Nicholas Pileggi
Música: Varios
Fotografía: Michael Ballhaus
Reparto: Robert De Niro, Ray Liotta, Joe Pesci, Lorraine Bracco, Samuel L. Jackson, Paul Sorvino, Debi Mazar, Mike Starr, Tony Darrow, Frank Sivero, Frank Vincent, Chuck Low, Frank DiLeo, Clem Caserta, Illeana Douglas, Melissa Prophet, Michael Imperioli
Premios: Oscar: Mejor actor secundario (Joe Pesci). 6 nominaciones (Película, Director, Actor de Reparto, Actriz de Reparto, Guión Adaptado, Montaje)
BAFTA: Mejor película
Género: Intriga, Drama Familiar, Biografía
Localizaciones: Brooklyn
Upper East Side (Copacabana Nightclub, 10 East 60th Street and Madison Avenue)
Sinopsis: Henry Hill, hijo de padre irlandés y madre siciliana, se siente fascinado por la vida que llevan los gangsters de su barrio, en Brooklyn, donde la mayoría de los vecinos son inmigrantes. El patriarca de la familia Pauline, Paul Cicero, es el protector del barrio. A los trece años, Henry, abandonará la escuela y entrará a formar parte de la organización como chico de los recados. Pero irá ascendiendo de categoría a medida que se refuerza la confianza que los mafiosos han depositado en él.

Crítica:
Todo lo que se tiene y todo lo que se pierde

Al contrario que en muchas otras películas de Scorsese, en Uno de los Nuestros, la condición y el fin de sus protagonistas no aparece justificada por un ideal mayor: en Infiltrados la inteligencia presidía la intriga de todos los personajes; en Gangs of New York, los ideales; en Casino la clase y la elegancia más pura; en Toro Salvaje la ambición y la realización social; e incluso en Taxi Driver los principios -brutales- por un mundo mejor.

Pero los protagonistas de Uno de los nuestros, todos ellos, no se mueven por esos ámbitos, o más bien por ninguno. La inteligencia brilla por su ausencia, así como la decencia, los valores, la integridad o el verdadero compañerismo. Por eso puede que Uno de los Nuestros sea una de las películas más duras de Scorsese, porque su furia y su violencia habitual es ejecutada aquí por unos gatillos encañonados por unas mentes que no piensan en nada, o en nada más que no sea el dinero, y en disfrutarlo en los mayores vicios y banalidades de la vida.

Así el mensaje final del filme es tan triste como desesperanzador: no hay redención para ninguno de ellos, y la vida sin pistolas no es vida. La violencia es aquí áspera y a la vez terroríficamente fácil, el reverso sangriento de un sueño americano que no es más que un espejismo de todo lo que se tiene y todo lo que se pierde.

Como es habitual en él, Scorsese filma con un pulso frenético, que acentúa conforme avanza la trama, y que apoya con una visceral banda sonora; y también se rodea de un reparto difícil de superar, desde Ray Liotta, que nunca ha vuelto a estar tan bien como aquí, rostro visible de la espiral destructiva; a De Niro, cuya tosca y fría autoridad producen pánico con su sonrisa; la mujer del reparto, Lorraine Bracco, de la que es apasionante observar su transformación de valores; y, por supuesto, Joe Pesci, en un mítico psicópata de parlamento rápido y de disparo fácil.

Uno de los Nuestros es pues un veloz y trágico acercamiento al descontento y a la falta más absoluta de ideas, fines o esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario