BRIDGES. Julio Rojas. Nueva York. 2009.

miércoles, 23 de marzo de 2011

WALL STREET

WALL STREET
1987
Dirección: Oliver Stone
Guión: Stanley Waiser & Oliver Stone
Música: Stewart Copeland
Fotografía: Robert Richardson
Reparto: Michael Douglas, Charlie Sheen, Daryl Hannah, Terence Stamp, Martin Sheen, Hal Holbrook, Sylvia Miles, Richard Dysart, Millie Perkins, Annie McEnroe, Sean Young, Anna Thomson, James Spader
Premios: Oscar: Mejor actor (Michael Douglas)
Globo de Oro: Mejor actor 
David de Donatello Mejor actor extranjero
Género: Drama Social, Intriga
Localizaciones: Midtown (21 Club, 21 West 52nd Street)
Central Park (Sheep Meadow; Tavern on the Green)
Financial District (New York County Supreme Court, 60 Centre Street; Wall Street)
Upper East Side (Apartamento de Bud Fox)
Sinopsis: Bud Fox (Charlie Sheen) es un joven y ambicioso corredor de bolsa que consiguió terminar sus estudios universitarios gracias a su esfuerzo y al de su padre (Martin Sheen), mécanico y jefe de sindicato. Su mayor deseo es trabajar con un hombre al que admira, Gordon Gekko (Michael Douglas), un individuo sin escrúpulos que se ha hecho a sí mismo y que en poco tiempo ha conseguido amasar una gran fortuna en el mundo de la bolsa. Gracias a su insistencia, Bud consigue introducirse en el círculo privado del todopoderoso Gekko, y comienza a colaborar con él en sus negocios e inversiones.

Crítica:
El Rey de Nueva York

Después de la sobrecogedora visión sobre Vietnam de Platoon, su primer gran éxito, Oliver Stone filmó una de sus más famosas películas, y una de las más apreciadas en su tiempo: Wall Street.

Vista hoy, no se puede decir que Wall Street sea una película perfecta, pero se comprende el porqué de su trascendencia: Wall Street fue una de las primeras películas que se atrevió a criticar directamente la cultura de consumo masivo y derroche capitalista de la década de los ochenta en los Estados Unidos. La película retrató a la perfección las altas esferas bursátiles y criticó con dureza a sus gentes y el depredador modo de vida de sus brokers, pero sin caer en el pancartismo de muchas cintas posteriores (alguna de ellas del propio Stone, como la secuela de esta cinta).

Pero hay algo que se echa de menos en Wall Street, algo que sólo el cine puede dar a un mundo tan duro como el del dinero: emoción. Parece casi una pretensión por parte de Stone el alejarse de grandes escenas emotivas que envuelvan los -muchos- conflictos de sus personajes. Casi todos ellos son retratados como seres cuya máxima es la ambición y cuyo fin es el dinero, la riqueza y la manera de conseguirlo. Pero las mejores escenas de la película son aquellas en que esa cáscara se resquebraja y vemos al humano que hay dentro (como las que envuelven a un excelente Martin Sheen o aquellas en que Gordon Gekko pierde la compostura).

Y por supuesto, si Wall Street es recordada, es sobre todo por Michael Douglas. Aquí compuso uno de sus grandes antihéroes, un ser arribista y frío, de determinación y autoridad sin límites, y que este actor de infinita elegancia y capacidad de matices borda en cada segundo en pantalla. Él es el rey de esta lluviosa y voraz ciudad de Nueva York, y por supuesto, es el rey absoluto de la película.

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