BRIDGES. Julio Rojas. Nueva York. 2009.

viernes, 22 de julio de 2011

SEXO EN NUEVA YORK 2

SEX AND THE CITY 2
2010
Dirección: Michael Patrick King
Guión: Michael Patrick King
Música: Aaron Zigman
Fotografía: John Thomas
Reparto: Sarah Jessica Parker, Kim Cattrall, Kristin Davis, Cynthia Nixon, Chris Noth, David Eigenberg, Evan Handler, Jason Lewis, Mario Cantone, Willie Garson, Miley Cyrus, Penélope Cruz, Max Ryan, Liza Minnelli, Gilles Marini, Alice Eve
Premios: 3 Premios Razzie, incluyendo peor reparto. 7 nominaciones, incluyendo peor película
Género: Comedia Romántica
Localizaciones: Theater District (Samantha's Office, Broadway and West 47th Street)
Upper East Side (Carrie's New Apartment, 1030 5th Avenue and East 84th Street)
Midtown (Grand Army Plaza and West 58th Street; Bergdorf Goodman Store, 754 5th Avenue and West 58th Street)
Greenwich Village (Carrie's Old Apartment, 66 Perry Street and Bleecker Street)
Sinopsis: La trama de la secuela gira en torno a la vida de recién casados de Carrie (Sarah Jessica Parker) y Big (Chris Noth), así como de esas esporádicas tentaciones que pueden, ocasionalmente, arruinar su matrimonio. Charlotte (Kristin Davis) tendrá que apañárselas como mamá, Miranda (Cynthia Nixon) cambia de carrera tras una denuncia y Samantha (Kim Cattrall) vuelve a reencontrarse con su ex Smith.

Crítica:
Viaje de Ciencia Ficción para Sexo en Nueva York

Lo malo de Sexo en Nueva York 2 es que les da a los muchos detractores de la serie y las películas los fundamentos que hasta ahora realmente no tenían para atacarla; es decir, que Sexo en Nueva York 2 acumula todos los defectos de los que siempre se ha achacado a esta saga: la escasez argumental, el exceso de superficialidad, los valores dudosos y el mero escaparate de muchas marcas asociadas con determinado nivel de vida, no precisamente el más corriente.

Michael Patrick King quiso confesamente hacer con esta secuela un carnaval, una fiesta que mirase para otro lado en el mundo en crisis de los últimos años pero, desgraciadamente, el tiro le salió por la culata. Sexo en Nueva York ha tenido, desde la serie hasta la primera película, una ironía y una inteligencia más allá del ensalzamiento de determinadas marcas de moda. En lo anterior a esta película hay un elemento que hace (hizo) que la historia de Carrie Bradshaw llegara a tantos espectadores: la realidad y la humanidad de sus protagonistas, conflictos con los que cualquiera puede sentirse identificado, viva o no en Nueva York, lleve o no Manolo Blahniks.

Esta segunda parte se aleja de la mayor virtud de Sexo en Nueva York para convertirse en una aventura, por momentos de ciencia ficción, de las chicas en Abu Dhabi. El problema entonces es que no sólo se han dejado la ironía por el camino, también el quinto personaje protagonista (Nueva York), y algo de buen gusto. Porque Sexo en Nueva York 2 por momentos roza la xenofobia, se alimenta del tópico y olvida que en sus ya muchos años de historia, ha sido capaz de emocionar a mucha gente, sin ir más lejos con la anterior película, una perfectamente articulada comedia romántica que tenía escenas y diálogos excepcionales, un guión, en definitiva, capaz de emocionar y contar una historia con sentido, empaque y clase.

Por el contrario, Sexo en Nueva York 2 se articula alrededor de un conflicto, el de la protagonista, inexistente, o cuanto menos totalmente infantil (la antítesis de la primera parte), por lo que la efectividad de sus componentes dramáticos y/o reales es nula. Es cierto que los cuatro personajes principales siguen estando perfectamente creados (y las historias de Charlotte y Miranda funcionan, precisamente, porque son las más ajustadas a la realidad), que la película es un entretenimiento sin más interés que el de entretener y hacer reír un rato, y epatar con su espectacular diseño de producción (algo que consigue con creces), pero es una pena que unos personajes que han dado tanto jugo se conviertan en meras comparsas de un entretenimiento sin muchas luces. Esperemos que la cosa no acabe aquí, y que los creadores de Sexo en Nueva York vuelvan a contarnos la historia de estas cuatro mujeres de la mejor manera que saben hacerlo: con la realidad como seña de identidad.

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